jueves, 12 de marzo de 2015

El matrimonio no es para neuróticos

Curioso. Empezamos nuestras vidas siendo creados dentro de un vientre y terminamos consumidos sobre la tierra hasta convertirnos en polvo, como si eso simbolizara que las bienvenidas son cálidas y las expulsiones necesitan su toque de frialdad. No importa, son hechos naturales, que entiendo que muchos sobre la Tierra no se atreven a enfrentar, y es que como decía Nietzsche, el precio que se paga por vivir es la muerte. Vida y muerte son complementarias, no podemos experienciar una sin someternos a la otra. Punto.

Pero bueno, de lo que quiero hablar es de que se me ocurrió una idea para que nuestra muerte sea mucho más que convertirnos en polvo, de lo que puede ocurrir entre ambos episodios: desde la vez en que mamá da a luz hasta la ocasión en que morimos. O en palabras existenciales, desde que somos arrojados hasta que nos expulsan. O, ¿por qué no?, en palabras humanistas, ¡desde que llegamos hasta que nos vamos!... pero... si llegamos y nos vamos, ¿de dónde llegamos? ¿y a dónde vamos?... Mmmh, prefiero dejarlo con el enfoque existencialista (por ahora).

Entonces, nacemos, y naturalmente somos insertados dentro de un núcleo familiar, social y cultural, donde, sin haberlo determinado, ya tenemos montón de parentescos, reglas, costumbres, tradiciones, dogmas, qué se yo, que pronto serán parte de nuestra identidad... Ya todo nos estaba esperando, todo está listo para recibirnos, así que sólo es cuestión de nosotros tener la capacidad para adaptarnos a eso... "¡qué simple!"... digo, no esperemos que sea "todo eso" lo que se adapte a nosotros, cuando somos nosotros quienes apenas vamos llegando... y no, la verdad es que no es simple, sino lo contrario, es un gran reto que nunca termina de superarse, nuestra constante adaptación y readaptación es un hecho de todos los días y, como decía Freud, el origen de la neurosis. Por eso es que estoy de acuerdo con él en que todos somos neuróticos. Y no es para menos. Vivir en este mundo es mucho más que complejo. Somos valientes por mantenernos vivos llegada la noche, y somos guerreros por poder llegar sanos y salvos a un cumpleaños más... por eso es que para mí festejar cumpleaños es algo más que pastel y abrazos de "felicidades", para mí es un homenaje a quien no se rindió y tuvo suficiente fuerza para llevarse a sí mismo a través del tiempo hasta ajustar un año más 'viviendo'.

Como dije al principio, circunstancialmente nos hacen aparecer en este mundo para, en consecuencia, desaparecer de él, y es asunto de nosotros sobrevivir... algo así como lo dijo Nietzsche: "Desde que nacemos, nacemos para morir".
Sin embargo también dijo: "[...] pero debes amar para vivir"*. Y es este último punto el que deseo tanto rescatar. Porque aunque mi reflexión parezca pesimista, para nada lo es.

Pues bien, hagamos de cuenta que entonces somos arrojados en este mundo, solos, e indefectiblemente crecemos, también solos (como seres individuales), porque aunque tengamos tantos vínculos con otros, unos (previamente) determinados y otros (posteriormente) elegidos, al final del día somos nosotros lo único que tenemos, lo único que somos... así mismo somos como un "holón" desde el enfoque sistémico, porque solos, sin nadie más a nuestro lado, ¡ya estamos completos, ya somos un todo!... sin embargo también pertenecemos a relaciones que conforman otro todo que, a su vez, forman parte de un todo más extenso... individuo como parte de una familia, familia como parte de una sociedad, sociedad como parte de una cultura... 

Así es que nos desarrollamos solos como seres completos que necesitan complementarse. Ese es mi presupuesto. Y entonces tenemos de tres a fin de cumplir lo que dijo Friedrich Nietzsche: *una es la opción romántica, creer que sólo es cuestión de tiempo para conocer a nuestra alma gemela porque es cosa del destino que ella tenga un encuentro con nosotros, otra es la opción dependiente, pensar que no tarda en que aparezca nuestra media naranja porque de todos modos no puede vivir sin nosotros ya que es sólo una mitad que nos necesita para completarse, y bueno, una opción más realista, reconocer que nadie está destinado a nadie, y nadie necesita de nadie en ese sentido, esa es la verdad aunque muchos pretendan vivir como si fuese lo contrario... sí, la verdad es que tenemos la "libertad" de elegir a quién queremos como pareja, y escribo libertad entre comillas por dos cosas: una, porque los seres a quienes elegimos ya están vivos -aunque se lea obvio- no existe la alternativa de crearlos a nuestra imagen y conveniencia a fin de cumplir con nuestro ideal de pareja; a pesar de que en nuestra neurosis colectiva suela actuarse como si se tuviera la "espinita" de esa posibilidad, no es así, ya son egos hechos y derechos, se desarrollaron paralelamente a nosotros... y dos, una vez que elijamos a alguien como pareja, falta que él nos elija a nosotros... por estos dos "pequeños" detalles no hay libertad absoluta (para mí) en elegir pareja. Pero no importa, son detalles con los que se aprende a vivir. Y son lo de menos, ya que el verdadero detalle es aprender a amar...
Nadie nace sabiendo amar, nadie. Y si a lo mejor es un sentimiento innato, lo es sólo en potencia. Y eso lo sé empíricamente... quiero aprender verdaderamente cómo amar a mi pareja, porque aunque sé que lo amo, siento que puedo amarlo mejor.

Supongamos pues que A conoce a B por casualidad (casualidad es en lo que creo), A elige a B como pareja y B también elige a A como la suya.  Lo cual ya para empezar es extraordinario... ser correspondidos es todo un hecho mágico... como dice Walter Riso: "Coincidir con una persona, mental y emocionalmente, es una suerte, una sintonía asombrosa y casi siempre inexplicable". (La cuestión que aquí no se discute es la probabilidad de que la atracción de esta pareja de una por la otra se haya dado debido a sus heridas emocionales correspondientes en su infancia, que se complementan entre sí a la perfección, "como en una especie de vals" -diría Robin Norwood, lo cual yo creo que es así siempre mientras los individuos no sean conscientes de ellas).
Y si de por sí vivir con nuestro propio Yo y relacionarlo con el mundo puede ser complicado, ahora imaginemos involucrarlo con otro Yo íntimo... con una pareja... ¡vaya lío en que A y B se han metido!
Un microcosmos eclipsándose con otro microcosmos... y aunque para el (macro)cosmos este acto no signifique nada, porque "desde allá" ni siquiera se alcanza a visualizar la unión de estos dos seres, sí, aunque en realidad la existencia de esta pareja desaparezca en la vía láctea, entre ellos, estos dos egos enredados, ya ha ocurrido auténticamente la creación de un nuevo mundo... para empezar ¡dos egos diferentes! sencillo sería si habláramos de dos egos totalmente iguales, pero eso es imposible, así que son mezcla de dos madres, dos padres, dos crianzas, dos estilos de educación, dos modos de comunicación, dos lenguajes internos, dos tipos de costumbres, dos conjuntos de gustos y preferencias, dos equipajes de carencias y necesidades, dos patologías... ¡dos psiques!... o en palabras de Julio Cortázar: "Somos tan complicados nosotros, tan llenos de misteriosos resortes, de resonancias secretas, de alianzas y hostilidades, de encuentros y desencuentros. Jugamos un ajedrez casi demoníaco y maravilloso"... por lo que ocurre lo esperado: una revolución... a pesar de que lo que nosotros alcanzamos a ver sea  sólo "dos personas tomadas de la mano en el parque".
Son A+B=¿C?... No, es igual a todas las combinaciones posibles con todas y cada una de las letras del abecedario en todos y cada uno de los idiomas existentes y por existir en este y los millones de universos cohabitantes.

Lograr conciliar dos egos bajo un mismo techo. ¡Menuda tarea! Por eso admiro, admiro, y no dejo de admirar a aquellas parejas que están juntas hasta su muerte. O mejor dicho, hasta la eternidad, su eternidad. Porque, ¡qué fácil es amarse como seres espirituales! El verdadero reto es amarse como humanos, aquí, en esta vida mortal y cada vez más caótica. Creo que estas parejas comprenden que, aunque ambicionen una eternidad juntos, saben que cumplir tal promesa es un trabajo de día con día.
Por lo que con el título y el desarrollo de mi nota quise decir que si todos somos neuróticos y seres tan complejos, el matrimonio no es apto para nadie, por eso quienes se atreven a llevarlo a cabo merecen más que mis aplausos.

Y desarrollando lo que dijo Nietzsche, considero que a eso se refería con "amar para vivir", porque si "nacemos para morir", no nacemos para vivir... para vivir necesitamos amar... hasta morir... lo cual tiene un efecto paradójico porque si somos suficientemente valientes para amar al otro hasta nuestra muerte o su muerte, logramos que morir se convierta en un simple intermedio, prolongamos nuestra vida, trascendemos la vida hasta la eternidad... y dejamos de amar para vivir, porque ahora vivimos para amar.


Así que afortunados son quienes, arrojados en esta tierra, logran recoger a un compañero eterno antes de ser expulsados (porque saben aprovechar su paso por esta tierra no yéndose con su mano vacía). Digo yo.