Negocié con la desolación,
Nuestro trato fue que haría lo que
fuera por ella
Excepto lastimar un corazón más,
Incluyendo el mío…
Negocié con la pena,
Quedamos que estaría conmigo sólo
si yo lo permitía,
Y permanecería hasta que yo
decidiera alejarla.
Apenas y pude negociar con la
apatía,
Estuvo de acuerdo en que sólo se
presentaría
Cuando yo ya no tuviera motivos
para sonreír.
Negocié con el enojo,
Como es natural, me dijo que
estaría a tiempo
En cuanto me frustrara con
facilidad.
Fue doloroso negociar con la fragilidad,
Me explicó que aparece en mis
inseguridades y
Puede cometer en mí muchos
errores.
No pude negociar con la depresión,
Insistió en que este jueguito
De “las negociaciones” es una tontería;
Y que de ésta no voy a poder levantarme,
Y ahí estará ella para
acurrucarme.
¡Le digo que no es así!, y no lo
considera.
Pero bueno, no me pondré a
discutir porque
Es creer que es posible.
Negociar con mis fobias me dio
miedo,
Pero sí lo hice…
Estaré tratándolos a falta de
fortaleza.
Negocié con la confusión y la
incertidumbre,
Ellas se esfuman cuando oro
fervientemente a Dios.
Negocié con el ocio,
Carece de validez cuando obtengo
un sentido a vivir.
Aparece cuando doy cabida a la
pereza… sencillo.
Eficaz fue negociar con la alegría,
Me dijo que está disponible para
mí las 24 horas,
¡Qué accesible!
Se encuentra en la apreciación y
contemplación:
De los rayos del sol, de una
canción, de la risa de un bebé;
En el sabor de la comida, en un
abrazo,
En dormir y poder despertar,
En un atardecer…
Pronto negociaré con el amor,
Estoy pensando en decirle que
Mejor ya no llegue
Hasta que traiga consigo la
persona indicada L.
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